jueves, 9 de junio de 2011

SACANDO LAS IMAGENES, SONIDOS, SENSACIONES, OLORES Y SABORES DEMI CABEZA

Cuando regresé para quedarme esa noche, el papa estaba en pleno recorrido por sus recuerdos. Si, desde que le subieron la dosis de morfina comenzó a viajar por sus recuerdos. Madre mía, acompañarlo en sus viajes resultó interesante. Yo le mandaba mensajes a Bego preguntando cómo iba la noche y ella contestaba que estaba pidiendo que le mandaran las cadenas para la bici. Y le contestaba yo, seguramente está en el taller que tenía frente a las escuelas viejas donde reparaba bicicletas. Otra vez decía que llevaran los cerdos al Tomasín. Pues creo que está por la misma época, cuando se casó con la mama, la Juany. Según me ha contado la tía, ellos tenían cerdos. En otras ocasiones comentaba que les pusieran la música a esos niños, que lo estaban volviendo loco. Quizá iba en el autobús de excursión o cuando llevaba a los estudiantes al instituto. Pero también pasó por sus dos accidentes de autobús. Javi  tendrá que sentarse a escribir lo que recuerde de las noches que se quedó con el papa, aunque mucho mejor es grabarlo en video ya que Javi ha heredado la chispa del papa.
Y la noche para el papa se hacía larga, o decir mejor que no veía la hora en que pasaran repartiendo el desayuno. “¿Dónde está mi desayuno? ¿Dónde está mi yogur?”. No había manera de que entendiera que eso dependía de lo que los médicos hubieran marcado en su historial. Se me olvidaba que el día anterior ya había protagonizado un show a cuenta de la comida. Estaban las tías y no sé quien más. Tuvo que venir el médico para explicarle que no era posible aún darle comida, quizá un caldito. No, él quería sopa de garbanzos. ¡Genio y figura hasta la sepultura, manda telita marinera¡. Pues hoy tampoco quería que lo dejaran sin comer algo en condiciones.
Mira, papa, te han hecho una operación que consiste en ponerte una tubería nueva que conecte el estómago con el ano, es decir que lo que comas puedas cagarlo. Y hasta que el médico vea que esa obra de ingeniería funciona adecuadamente, no es posible ingerir alimentos sólidos. El que corta el bacalao es el hombre de la bata blanca, cuando venga se lo dices. Y aclarar que comer, estás comiendo porque todos esos sueros, que están colgando y a los que estás conectado, son alimentos. Ahora pasaran para asearte, cambiarte la cama y hacerte un cambio postural, te mirarán las constantes vitales y te colgarán mas botecitos de comida, medicamentos y calmantes. No lo convencí, me decía que no lo hiciera sufrir. Estaba el hombre con muchas fuerzas y con ganas de mandar, exigir y ordenar. De hecho no solo quería comer sino que lo levantaran, quería ir a su sillón en su casa. No, el alta no, quería ir a su casa. Además me dijo otra cosa: “Maite, estas chicas que me cambian no saben la operación que me han hecho. Me hacen daño y me van a reventar. Se me echan encima y me hacen daño.” Tampoco aquí pude ayudarle, confortarlo. Si que le expliqué que no solo la fuerza es necesario para poder mover un cuerpo tan voluminoso como el suyo. Estas chicas se preparan también en movilizaciones y traslados del paciente y existen ciertos protocolos. Vale, que no todas pueden estar bien formadas y que no todas tienen la delicadeza necesaria y la entrega al paciente. Si, es posible que solo vean en ti un bulto que hay que mover y nada más. Tú tienes no solo la operación sino que tus problemas de cervicales y de la espalda y tu falta de movilidad por el Parkinson dificultan todo y algo de dolor tienes que tener en los cambios posturales o el los aseos. Es inevitable, hay que aceptar ese poquito de malestar. Mi padre y el dolor, dos conceptos que no son compatibles y sin embargo han tenido que ir unidos durante mucho tiempo en su vida. Cada día tengo más claro que la enfermedad es un camino para aprender a conocerte mejor, si es que quieres hacerlo, claro está. Hay un libro muy interesante que se titula “la enfermedad como camino”. No, no estoy hablando de aprender a sufrir pacientemente, de ofrecer a Dios nuestro dolor y rezar, que nada de esto está mal y no pretendo desprestigiar estas maneras de funcionar que tanto bien pueden aportar si las acompañamos con un despertar, ser más conscientes de nuestra propia vida, de que consciente e inconsciente se conozcan mejor y puedan trabajar colaborando mutuamente en el proceso, en el camino, en el propósito de nuestra existencia. Vale, no sigo filosofando, que cuando encuentro un huequito me desato y como sobre el papel nadie me puede cortar o hacer caras o gestos, pues me enrollo que da gusto.
El papa no se quedó conforme, mis argumentos no le hicieron cambiar su postura y lo tuve que dejar solo con las enfermeras porque no te dejan estar en la habitación mientras ellas manipulan al enfermo. Lo siento papa, tranquilo que vuelvo en un momentito. Luego vino el médico y tampoco te deja estar presente aunque luego se reúne contigo para hablar. Y yo hoy tenía muchas preguntas que hacer. Aunque todas las que le hacía al médico, según él, no eran para poder ser contestadas por el médico. Yo solo quería saber que significaba la mejoría de hoy, que quisiera comer, que quisiera levantarse, irse a casa. ¿Estaba superando la operación? ¿Cuánto tiempo estaría en posoperatorio en el hospital?. Al final le dije, ¿si fuera su padre qué me diría?. Y el médico se mojó. “Me voy a mojar”, me contestó, su padre no sale del hospital, no supera el posoperatorio. Vale, eso es una respuesta, con eso yo puedo organizar mis pensamientos, puedo manejar mi situación y también mis hermanos. Tengo siete días por enfermedad de mi padre y mi trabajo esta a miles de kilómetros, no es en el pueblo de al lado, lo mismo mis hermanos. Y si mi padre sale del hospital hay que ver cómo nos podemos organizar, qué decisiones hay que tomar personal y familiarmente. “Su padre entró muy débil en la operación y sigue muy flojito, por otra parte no estamos seguros que el “empate” que le hicimos funcione”, son los mismos datos que nos ha dicho desde que salió de la operación y necesitábamos entender su evolución.

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